El pasado mes de Febrero de 2010 tuvo lugar un importante episodio de aumento de caudal en el cauce del río Guadalquivir como resultado de las abundantes precipitaciones que desde mediados de Noviembre afectaron a la práctica totalidad de España, si bien tuvieron especial repercusión en Andalucía occidental, y sobre todo en los municipios ribereños del Guadalquivir.
Correspondiente a ese período de crecida, la tercera semana de Febrero fue especialmente crítica, ya que entre los días 22 y 26 el río alcanzó valores máximos de caudal en torno a 2600 m3/s, traduciéndose en una subida de la lámina de agua de casi 12 metros sobre su nivel ordinario. Así lo confirma la regla instalada en una de las paredes laterales del viaducto de la línea de ferrocarril que une Sevilla y Córdoda a su paso sobre el Arroyo de las Moreras en Peñaflor, que marcaba 11, 59 metros el día 24 a las 17:00 de la tarde. Estas cifras representan un episodio de crecida extraordinaria que no acontecía desde el año 1996. Inevitablemente, las consecuencias fueron las inundaciones en municipios ribereños como Lora del Río, donde toda su alameda quedó inundada, así como la Avenida del Castillo, afectando a un gran número de viviendas.
Este mes de diciembre, y de forma repentina, la historia ha vuelto a repetirse. Apenas ha hecho falta una semana de intensas lluvias para que el Guadalquivir haya vuelto ha experimentar una crecida de magnitud muy similar a la del año pasado. Su caudal rebasó 2500 m3/s la madrugada del 7 al 8 de diciembre, alcanzando un nivel cercano a los 12 metros en Peñaflor, tal y como muestra la fotografía tomada de la regla de medición de nivel tomada el día 8 por la mañana, que marcaba 11,80 metros. La explicación de esta intensa crecida reside no tanto en la intensidad de las precipitaciones, como en el hecho de que la mayor parte de embalses se encontraban por encima del 80% de su capacidad de almacenamiento, lo que propició la evacuación de la mayor parte del agua recibida y el consecuente incremento de caudal en ríos como Guadalquivir y Genil, que han ocasionado graves inundaciones en Lora del Río y Écija, respectivamente.
De confirmarse los pronósticos, parece que este año hidrológico, casi recién inaugurado, volverá a ser bastante lluvioso, si bien es menos probable una acumulación temporal tan acentuada de las precipitaciones como en el año hidrológico anterior. En definitiva, es posible que no sea la última vez que tengamos que estar pendientes del Guadalquivir, y de la amenaza que se cierne sobre aquellos que tienen la suerte dispar de vivir junto a sus aguas.
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